La muerte reciente de José Oneto me causó un tremendo golpe moral. No esperaba tan infausta noticia a sabiendas de su vitalidad y ganas de vivir. Un hombre lleno de días y disfrutando el momento entre crónicas sinceras,tertulias televisivas abiertas, palabras radiofónicas y viajes intensos con la FEPET, la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo de la que era un miembro activo y organizador. En los años que traté a José Oneto encontré en su persona la calidad humana, la proximidad afectiva y el caballero gentil. Un gaditano de San Fernando con historia amplia, verbo inconformista y con una capacidad innata para concitar voluntades. Para mí era un dandy en el justo término de su actitud, con ese flequillo lindando a la derecha frontal, sus camisas coloristas únicas y esos pantalones a la medida que le aportaban estilo y acción. Todo un relator de la transición española con la palabra justa y el verbo idóneo para analizar un tiempo, un momento, un espacio. Con la revista Cambio 16 siendo director marcó una etapa de buen periodismo y relanzó a una profesión que buscaba ganar la modernidad y avanzar en una comunicación directa y cargada de razón política. En su enorme trayectoria dejó claro que el periodismo es una profesión compleja pero gratificante y dotada de alma honesta y clarividente. Con José Oneto aprendí mucho del periodismo real con sus charlas y sus consejos La Luz de la luna en los periplos viajeros en Túnez, Vietnam, Huelva, León - cuánto disfrutó de este periplo a la Sierra Norte de Guadalajara, entre otros viajes intensos con la FEPET. Historias sentidas y agradecidas que ahora son sólo recuerdos y por desgracia es lo que perdura en el talante de un hombre bueno que amaba el Carpe Diem como ninguno. Porque José Oneto era la sabiduría en persona, la amabilidad en mayúsculas y el amigo cercano que gustaba del buen vivir y de esa alegría amistosa que llevan consigo las gentes con verdad y pasión.JoséOneto era singular, agradecido, buenperiodista, ingenioso, socarrón, viajero simpático, amante del hedonismo bien entendido,gastrónomo y experto en sensaciones. Su presencia llenaba espacios y su sapiencia animaba a todo el personal que visitaba unas ruinas romanas, una catedral gótica o un templo budista. José Oneto se fue a la otra vida con la tranquilidad del hombre que cumplió con su cometido profesional y vivió con placer cotidiano y satisfactorio sus idas y venidas entre el periodismo, la familia y la amistad. Desde la FEPET, la ausencia de José Oneto se llevará muy mal. Con la impotencia y la sinrazón de una muerte que le llegó muy pronto.Su notoriedad en las reuniones y en los encuentros directivos serán un recuerdo que no olvidaremos nunca. Un relator honesto y un notario público del acontecer de un país que tuvo en este gran comunicador a todo un personaje que se ganó el sentimiento de las personas amantes del buen periodismo. Ese periodismo comprometido y directo que José Oneto supo dejar en sus crónicas cotidianas. Un abrazo afecto hacia el hombre que amaba el sentimiento ideal de la vida misma. La vida de un dandy benėfico envuelto en historia, consejos y satisfacciones.
Texto: Carlos Cuesta